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El tonto del sombrero

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Querido Presidente Castillo:

Probablemente usted lo desconozca, porque no conoce nada de España, pero hace muchos años, en este país, en las zonas rurales siempre había alguien corto de luces que era motivo de chanza generalizada. Si algo caracterizaba a los cortos de entendederas era que siempre llevaban la cabeza cubierta a todas horas y en todo lugar, sin importarles nada, de ahí que a cada uno se le concediera el mismo apelativo: El tonto de la gorra. Afortunadamente, esa bárbara costumbre se perdió…

Usted, presidente Castillo, desde ahora y ya para siempre, ha pasado a ser El tonto del sombrero, sin ambages ni paliativos. Usted, presidente, y tras su alocución en su toma de poder, es decididamente un tonto ignorante, lo que es preferible a ser un sinvergüenza. Si esta diatriba le parece una intromisión, permítame decirle que durante 16 años viví largas temporadas en Perú, país que considero mi segunda patria, cosa que digo con orgullo a todo aquel que me pregunta. Y durante 16 años pude disfrutar del mayor tesoro de ese país, que no es el oro, ni el petróleo ni la pesca. Su mayor tesoro es su gente, todos aquellos peruanos con los que conviví y a los que usted pretende engañar.

Así que no los insulte, presidente Castillo, porque cuando usted habla de Pizarro, del oro y de los conquistadores no insulta a España. Cuando habla de Pizarro insulta al pueblo peruano con premeditación y alevosía. Lo ningunea y lo pretende ignorante. Lo desprecia. Y me voy a basar en dos escuetos datos, que probablemente usted conoce, pero prefiere ocultar:

Según La Casa de Indias de Sevilla (donde se realizaba estricto balance), la Corona española extrajo 185 toneladas de oro de las minas peruanas entre 1503 y 1660. Para poner la cifra en perspectiva, hay que señalar que durante 2020 en Perú se extrajeron 120 toneladas de oro. Es decir, que España extrajo en siglo y medio lo que produce Perú en año y medio… ¿La culpa de la pobreza del Perú es de Pizarro?

Pero el peor dato es el siguiente, y es el que más debería tener en cuenta porque le atañe muy de cerca. De los diez presidentes que ha tenido su hermoso país desde el fin del régimen militar en 1980, solo dos quedaron libres de acusaciones de corrupción: Fernando Belaunde Terry, que gobernó entre 1980 y 1985, y Valentín Paniagua, que duró en el cargo únicamente ocho meses entre 2000 y 2001. El resto (Fujimori, Toledo, Humala y Kuczynski) han sido procesados y están huidos o en la cárcel, a excepción de Alan garcía, que se suicidó antes de que lo cogiesen. Vizcarra fue inhabilitado por manifiesta incapacidad y Merino está pendiente de que se le termine la inmunidad para ser enjuiciado… ¿Y la culpa de la pobreza de Perú es de Pizarro? ¿De verdad alguien con un mínimo de luces se puede creer esa absurda patraña populista tras la que usted pretende esconderse?

El absurdo acoso a Pizarro partió de aquella falacia que fue la Independencia, y digo falacia porque a mi entender no existió. En Perú y en toda América del Sur, tras la salida de España, continuó gobernando la oligarquía blanca, racista, corrupta y opresora de siempre, que por limpiar su imagen hacía uso de la de Pizarro. ¿O acaso esa Independencia llevó a un cholo a la Presidencia? No. Para eso, hubo que esperar a Toledo… pero la culpa es de Pizarro.

Pizarro, desde hace 200 años, es el saco de boxeo que ha colocado esa elitista y sectaria oligarquía blanca para que el pueblo peruano desahogue su rabia una y otra vez, y para que así no carguen contra ellos ni les exijan responsabilidades. Eso es lo primero que ha hecho usted. Por eso pienso que es el Felipillo de la oligarquía que lo ha aupado ahí, sea la que sea, porque tras escucharle seguro que hay una.

Mi hermano Pancho Galindo me decía, comiéndonos un seco y unos anticuchos que «el que se jode por cojudo (gilipollas), que se joda», y eso lo tenemos asumido aquí en España. Cuando estamos jodidos es por nuestra culpa y por la de nuestros políticos. Cuando estamos jodidos no es culpa del FMI ni de los gringos, ni de Asdrúbal, ni de Publio Cornelio Escipión ni de César Augusto ni de Leovigildo ni de Tarik ni de Abderramán ni de Napoleón. Cuando estamos jodidos, la culpa es nuestra, enterita y de nadie más, y nos la comemos nosotros.

Así que yo le aconsejaría ahora, ya que usted presume de indígena, que abandone usted el populismo y haga caso al célebre postulado inca que me enseñó también mi hermano, del que tanto aprendí: «Ama Sua, Ama Llulla y Ama Quella». Es decir: «No robes, no mientas y no seas perezoso». Con que usted haga eso ya habrá hecho más que el resto de sus antecesores y mis hermanos peruanos, a los que tanto quiero, se darán por bien pagados. Hágase un favor y deje a Pizarro en la puerta y el sombrero en el perchero.

La entrada El tonto del sombrero se publicó primero en A La Contra.


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