En 1989, un tal Robert Donner se sacó de la chistera un juego que nos quitó muchas horas de ocio. Se trataba de despejar un campo de minas sin que te explotase ninguna. Bartomeu jamás pasó de los primeros cuadritos. Y será que es condición de humano el tropezar muchas veces en la misma piedra, porque el presidente del Barça ha convertido al club en un gigantesco buscaminas. Y esta directiva las pisa todas.
Independientemente de los resultados, que son los que cuentan —esto no es deporte amateur—, su empeño en televisar los fichajes y en radiar las presuntas bajas que quieren dar en la plantilla, han convertido en un show lo que se debería tender en casa. Desde los tiempos de Jesús Gil, no había visto a un presidente decir públicamente los jugadores con los que no se quiere contar para el curso que viene. Menos mal que no lo hizo en un jacuzzi y rodeado de las Mama Chicho.
Esta parodia, digna de un entremés de Cervantes, no es la más oportuna cuando no quieres importunar a la gran vedette del Barça. Leo Messi es tan grande con un balón en los pies, como consentido cuando no se juega un partido. A Leo, y de esto no es culpable Bartomeu, le han acorazado tanto, que tiene un poder que jamás soñó ningún futbolista fuera de un terreno de juego. Messi es capitán-presidente in pectore, sin saber a veces si es más capitán que presidente o presidente que capitán. Si Leo estornuda, el Barça pilla la gripe. Y a Leo le llevan tiempo agitando una pluma debajo de la nariz para que suelte un achús. Setién, Griezmann, la falta de tacto con Suárez y Vidal… provocaron al león y este ha soltado un zarpazo en forma de burofax. Messi quiere irse del Barcelona. No me sorprende.
Me extraña que Bartomeu sea tan patoso. Una cosa es tener poca habilidad y otra llevar los zapatos de Fofito para jugar al buscaminas. Cabe la posibilidad de que la realidad pase por el deseo de que realmente Messi se vaya, y en lugar de hacer un ejercicio de sinceridad, en el que se ponga de manifiesto que no ven la posibilidad de hacer una revolución deportiva mientras Leo tenga esos galones, amén de pagar 100 millones en tiempos de covid, Bartomeu haya decidido quemar todas las minas mandando a Koeman de pirotécnico. Y se le da bien al holandés. Un entrenador que entra declarando que se acabaron los privilegios y que no quiere a jugadores “que no quieran estar» no es el más apropiado para pedirle a Leo, que tiene todos los privilegios del mundo y que puede que estuviese pensando marcharse, que abandere el nuevo proyecto. Y con los antecedentes de Koeman, que fue la voz de su amo Soler en un Valencia donde tenía la misión de arrinconar a Albelda, Cañizares y Angulo… pues blanco y en botella. Es hasta más que probable que Bartomeu tenga las mismas ganas de que se vaya Messi, que Leo de irse. Y esto es el gran paripé, donde quieren tratarnos de mirones dando tabaco.
Un paripé que sólo dejaría vivo (pero agonizando) a Bartomeu, si Messi opta por la rebeldía. Por no entrenar y por no someterse a las pruebas médicas, y así “obligar» a la directiva a facilitar su salida. Algo que creo que desean todos, y que pondría a la afición en contra de Messi.
Luego, con una nota agradeciendo los servicios prestados y en atención a lo que ha supuesto Messi para el Barça, adiós muy buenas, y a ver si entran Verratti o Lautaro en un cambio que hiciese felices a todos. Hasta es posible que Leo consiga lo que quiere, jugar con Neymar, pero en París y con la camiseta del PSG.
Messi es muy grande, pero la vida sigue y el Barça también. Ojalá esto termine como se merece una relación que ha engrandecido a club y jugador, pero estando Bartomeu, mejor pisar una mina.
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