Hace ya once temporadas, un 1 de julio del 2009, el Real Madrid anunció el fichaje de Karim Benzema, futbolista procedente del Olympique de Lyon. Jorge Valdano, director general en ese momento, confesó que fue su segunda opción tras David Villa, aunque en algunos medios también se mencionó el interés por el sueco Ibrahimovic. «Preferimos a Benzema y nunca pretendimos a Ibra. Queríamos a Villa, pero ante la negativa del Valencia fuimos directamente a por Benzema, con mayor potencial de futuro que Ibrahimovic». Esas fueron las palabras del argentino. Recordemos que Karim tenía en ese momento 22 años y que llegó al Madrid a la sombra de los fichajes de Cristiano y Kaká, los dos estandartes de ese proyecto, que eclipsaron mediáticamente, y a nivel de exigencia, el fichaje del joven delantero.
En su primer curso, Benzema tuvo que compartir delantera con Cristiano, Raúl y un efervescente Higuaín, otro joven de su misma edad que se abrió paso con fuerza al marcar 27 goles. Karim solo anotó ocho.
Los primeros años de Karim no fueron fáciles porque había mucha competencia en la delantera blanca. Pese a todo, jugó siempre un gran número de partidos y se consolidó como el nueve titular en prácticamente todas las temporadas. Lo fue incluso para Mourinho, aunque el portugués sostuviera que jugar con Benzema era como ir a cazar con un gato.
Sus números son muy interpretables y se pueden valorar de diferente forma, pero resultan más que aceptables en cuanto a su presencia en ataque e influencia en las jugadas de gol si sumamos goles y asistencias. Eso sí, no nos hablan de un goleador, ni de un killer. El francés, en Liga, sólo ha pasado de los veinte goles en tres temporadas: marcó 21 en dos ocasiones (2011-12 y 2018-19) y 24 una vez (2015-16). No son números para volverse loco, si bien mejoran con creces sus temporadas menos productivas: en la 2017-18 sólo hizo cinco goles, en la 2009-10 metió ocho y en dos cursos, 2012-13 y 2016-17, se quedó en once goles.
Los datos pueden resultar hasta sonrojantes para un ariete de un equipo que acostumbra a llegar a los 100 tantos por temporada. Si no contamos los goles de este año, en diez temporadas de Liga, Benzema ha marcado 14,8 goles por curso.
Hay quien valora en positivo ese número de goles porque los hizo en convivencia con un depredador como Cristiano. Sin embargo, Luis Suárez lleva una media de 25 goles con Messi a su lado. Cada cual puede hacer sus valoraciones.
Durante muchos años, Karim asumió su papel de asistente del líder. Fue el Robin de Batman o el Sancho del Quijote. Se le veía cómodo sin tener el foco y manteniéndose en un perfil bajo. Jugadores como Cristiano, Ramos, Xabi Alonso o Modric, incluso Marcelo, adoptaron un rol de líderes que él nunca pareció demandar.
Con la salida del crack portugués, no solo la delantera, sino el equipo entero, se quedó huérfano de un líder y de un jugador diferencial. Todas las miradas apuntaron primero a Bale y este año a Hazard, pero quien sorprendentemente ha asumido ese rol con absoluta naturalidad ha sido Karim.
Benzema ha dejado de ser ese futbolista que regalaba su trabajo a Cristiano, el futbolista que le abría espacios y liberaba zonas para que él las atacase para golear. Ya no es ese “nueve don alma de diez” como tantas veces le han definido para justificar muchas de sus ausencias en zonas de remate. Benzema, de pronto, es otra cosa. No tendrá nunca el gol de Suárez, Lewandowski o Kane, pero es de largo el mejor delantero con juego interior de los últimos años (quitando a Messi). Y ante la sorpresa de muchos, entre los que me encuentro, es además un líder sobre el campo.
A punto de cumplir 32 años, en un gran estado de forma y sin duda con una madurez futbolística y posiblemente también personal, lejos quedan ya sus deportivos estrellados contra árboles y sus problemas con la justicia francesa. Karim es hoy el líder del equipo de Zidane, un líder absolutamente inesperado.
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